Navegando entre foros, me encontre con esta reflexion de un hermano en el asfalto.... reflexion que paso a compartir
Hola,
mientras venía a casa en la moto me ha pasado una cosa que os suele pasar a casi todos por no decir a todos. Un persona se ha parado a mi lado en el semáforo y me ha dicho que menuda maravilla de sonido. Que era un placer escucharla aunque él no sabía nada de motos. Detrás nuestro estaba también parada otra moto, ésta con un municipal encima que ha empezado a pitarnos para que iniciásemos la marcha. En el siguiente semáforo(el municipal ya se había ido) ha vuelto el amigo a iniciar la conversación y me ha dicho que cuando tenía 10 años tenía un vecino con una harley enorme y todos los días le esperaban él y sus amigos para escuchar su sonido y que el sonido de la mía le había transportado a su infancia. Reconozco que me ha llegado al alma. No tiene que ver con la vanidad sino que he pensado en lo que siempre hablamos sobre nuestro trastos ruidosos y esa pequeña persecución a la nos vemos sometidos, con razón visto desde un punto legal. Si todo aquel que llevase un vehículo ocasionase el ruido que hacen nuestras motos las ciudades serían inhabitables evidentemente, pero da la casualidad que somos sólo unos pocos igual que son sólo unos pocos los afiladores de cuchillos que en algunas pueblos se pasean o más bien se paseaban emitiendo sus característicos sonidos y que a algunos, como es mi caso, también me retrotrae a mi infancia provocándome una sensación agradable, aunque también haría insorportable la vida si fuese algo constante. Las leyes son para respetarlas, pero a las leyes les pasa como la razón y es que hay cosas del corazón que ni la razón ni las leyes entienden. Podremos no respetar las leyes pero la vida no sería igual sin nunca más se volviese a escuchar el sonido de una harley a lo lejos, el del afilador o la música de una verbena una noche de verano. Aunque todos esos sonidos superen los decibelios permitidos.
salud ... por los sonidos que perduran en la memoria.
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